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MIEDO o CAMBIO: la gran encrucijada argentina de cara a la segunda vuelta electoral

320 158 Juan Emilio Mirabustos

El triunfo del peor gobierno de la historia democrática argentina en las elecciones presidenciales sorprendió a propios y ajenos. Sin embargo, nada está definido. Todavía la República tiene un as en la manga para desterrar al populismo. El dilema es cómo se va a usar.

Por Juan Emilio Mirabustos

La primera impresión fue un graph de La Nación Mas: “Euforia en el bunker de Massa”. Después era ver cada uno de los tuits (ahora se llaman posts por el cambio de Twitter a X) donde el desánimo se hacía notar. No pasaron muchos minutos para enfrentarse cara a cara con lo imposible: Sergio Massa, el peor ministro de economía de la historia, que con su “gestión” trepó el dólar arriba de los 1000 pesos, una inflación interanual del 120% y una devaluación aún más devastadora que la de Duhalde después del golpe a De la Rúa, quien se postula como presidente de la nación por cuenta y orden de Cristina Fernández de Kirchner ¡¡ganó las elecciones!! Y lo más curioso es que va a segunda vuelta con Javier Milei, que quedó segundo a 6 puntos y medio. La verdadera “esperanza blanca” republicana Patricia Bullrich quedó tercera y lejos. Eran los resultados de las PASO pero con las planillas dadas vuelta y desordenadas. Ni ellos, el kirchnerismo, podían creerlo. La mayoría de la gente eligió al tipo que arruinó el país en tiempo récord. ¿Cómo fue posible? Resumiéndolo, en una palabra: miedo. Ganó el miedo. Ganó el “dejemos todo como está antes de darle las llaves de la rosada a un loco”. La gente se paralizó mientras contaba los billetes crocantes que le regaló el “estado presente”. El infame “plan platita” funcionó como un reloj, mientras que, del otro lado de la grieta, los estadíos pasaron de la sorpresa a la tristeza y de ahí, sin escalas, a la furia. ¿Cómo puede ser que un chantapufi como Massa, después de decenas de casos de corrupción y dinero malhabido, como los casos de Chocolate Rigaud y el yate de Insaurralde, haya dado vuelta una elección así?

Es cierto, las PASO fueron demasiado parejas y cualquiera lo podía ganar y pasar a un seguro balotaje con el segundo en votos, pero de ahí a que uno que haya salido tercero, termine primero, es algo que nunca sucedió desde que el mismo kirchnerismo pudo imponer este sistema de internas obligatorias. Y en esa campaña del miedo, tiene que haber un villano enfrente. Era imposible competir con una heroína como Bullrich. Había que tener enfrente un villano batmanesco, histriónico, fácil de cachetear mediáticamente. Casi como un relojito, la micromilitancia K empezó con el “si gana Milei”, casi como un calco del “si gana Macri” del 2015. Milei y toda La Libertad Avanza compró la pulseada. La campaña del partido de Milei fue la más embolante de todas, con spots brutalmente aburridos, sin la creatividad y el impacto de las de Juntos por el Cambio. La pelea de fondo que se supo imponer es la del “loquito” contra el futuro “moderado”. Y el kirchnerismo no solo ganó poniéndole plata en el bolsillo a la gente, sino que tenía enfrente a alguien que se sacó de encima a una candidata a base de insultos y mentiras, como la de “poner bombas en los jardines de infantes”. Todos los dardos iban para Patricia. Ninguno, absolutamente ninguno, iba para Massa. De hecho, el líder libertario lo confesó: “quiero un balotaje con Massa”. Ambos sabían que con Bullrich perdían por paliza la elección nacional. Había que correr a “la borracha”, como la insultan desde todo el kirchnerismo. Y la polarización funcionó. Todos hablaban de una pulseada Massa-Milei. Patricia Bullrich, que hizo un campañón recorriendo el país, que le ganó a Horacio Rodríguez Larreta limpiamente las internas y que iba a ser Jefe de Ministros en su mandato, quedó afuera de todo. A diferencia del peronismo cuando pierde, todos dieron la cara, confirmando unidad y dignidad al mismo tiempo.

¿Y AHORA QUÉ?
Atrás quedaron los términos de “casta” después de transar con los sindicatos peronistas de Barrionuevo y Sobrero, de “viejos meados” a los opositores históricos, la “montonera que ponía bombas en jardines de infantes”, la famosa “motosierra” que ahora es un animalito de peluche en brazos de la polémica Lilia Lemoine, hoy diputada electa, que le hizo perder votos a LLA con sus delirantes propuestas parlamentarias. Hasta parece que va a quedar atrás también ese papelón de cantar “Panic Show” a capella delante de una horda de post-adolescentes ávidos de sangre, aunque sea comprada en Bazar Yankee. Javier Milei y todo su séquito de La Libertad Avanza empezó, desde el minuto cero y con los resultados en la mesa, a hablar de “unidad para sacar al kirchnerismo”. Semejante confianza y guapeza de semanas atrás, los puso entre la espada y la pared. Aún no le pidió disculpas públicas a Patricia Bullrich, pero ya la quiere en su gabinete de ganar las elecciones. Massa es menos ambicioso: quiere sumar al radicalismo tibio, que tiene en Ricardito Alfonsín y Leopoldo Moreau, su ala más peronista y arrodillada. Ahora sí La Libertad Avanza se acordó que el verdadero enemigo de la democracia es el kirchnerismo, pero necesita “desenemistarse” en menos de tres semanas con quienes podrían ser sus aliados no sólo en segunda vuelta. Y es así: desde JxC van a seguir las propuestas que emanen del partido que ya no tiene sólo 3 diputados y ningún senador. A pesar de los títulos catástrofe de muchos medios, que solo ven los 16 partidos bonaerenses que perdió con el peor gobernador bonaerense de la historia, hoy reelecto, Axel Kicilof, Juntos por el Cambio tiene 10 de las 14 provincias argentinas. Cualquiera de los dos que gane, tiene por delante mucho consenso con esas provincias que no son los clásicos feudos del peronismo. Hablando de uno de ellos, como Catamarca, todavía está vivo el recuerdo de Alberto Rodríguez Saa retando a la población mientras se daba virtuales golpes en el pecho por perder unas PASO. Salió a la calle con una libretita, al mejor estilo del patrón del mal, y fue preguntándole a la gente qué quiere. Y le decías “una casa”, “un auto” y él anotaba. El resultado de ese cartoneo fue de una vergüenza ajena monumental: dio vuelta el resultado en las generales y fue reelecto. Compró a la gente y la gente lo compró a él, como si fuera una transacción comercial y no el destino de una provincia. Nadie se anima a decir que la culpa es de la gente cuando sucede esto. Cuanto más pobres son, más miedo tienen de progresar, de cambiar, de jugarse a algo mejor. Prefieren seguir haciendo caca en un balde porque es más cómodo y nadie los molesta. No hagamos enojar a papá Perón. Malo conocido sí, bueno por conocer, no.

¿Y DESPUÉS QUÉ?
El paladar negro cambiemita le dio la espalda al balotaje. Rosario Agostini, la periodista jujeña que se jugó a meterse de lleno en política, dijo que no va a ir a votar, después del desastroso resultado en su provincia, perdiendo dos senadores. La mayoría de los trolls de Juntos, seguramente con la sangre aún caliente, tuiteaban al borde del suicidio. Pero cuando la sangre se empieza a enfriar, nos damos cuenta que ahora los roles se cambiaron. Ya no es LLA el decisor de una elección. Ahora lo es JxC. 24, casi 25% de los sufragios, te definen una elección. Eso fue lo que sacó Juntos. Obviamente que nadie del cambiemismo te va a votar a “Ventajita” Massa, pero el voto en blanco lo puede llegar a favorecer si la tendencia le es ganadora. El ausentismo no sirve salvo para decidir rápido una elección. La gente tiene que participar y, como dijo el periodista Javier Lanari, “votar en contra del peor”. En el exterior, la tendencia fue casi la misma que hace cuatro años: Juntos por el Cambio arrasó con el 70% en todo el mundo, incluso con el voto por correo prohibido por el gobierno de Alberto Fernández. No hay que dejar eso de lado. Las casi 500.000 personas que viven fuera de Argentina y están habilitadas a votar son el 2% del total de electores y, como se vio en los medios, tuvo una concurrencia masiva a los consulados. Son dos puntos que también suman, aunque en el exterior no es obligatorio el voto y se hace con boleta única. El cordobés Juan Schiaretti, que sacó casi 9 puntos en estas generales, les dio libertad a sus votantes. La izquierda, ese eterno furgón de cola del peronismo, muy probablemente vote con alegría a Massa. Una posibilidad es que el kirchnerismo haya llegado a su techo. El 74% de participación electoral, el más bajo desde que volvió la democracia en 1983, puede que no suba más de dos puntos. Aún nada está definido, será el mes más largo del año y todo puede suceder, incluso, una catástrofe como la del domingo 22 o si no, algo mucho peor. El periodista Jonatan Viale le dijo prácticamente en la cara a su invitado Javier Milei mientras hacía su editorial post-elecciones: cuando la oposición va dividida, el peronismo siempre gana. Pasó en el 2003 y ganó Néstor. Pasó en el 2007 y ganó Cristina. Pasó ahora y ganó Sergio. Todas victorias kirchneristas. Todas. Va a ser muy difícil que la gente entienda lo que es una interna en unas PASO, otro de los grandes talones de Aquiles de JxC, donde se han dado innecesariamente con todo, como si fueran dos partidos distintos y no dos corrientes de un partido, pero ya pasaron esas y las generales. Repetimos: Juntos por el Cambio define la segunda vuelta. Depende de la templanza de unos, el consenso de otros y de que la sociedad le pierda el miedo al kirchner-peronismo, que el fin de este año sea el comienzo del fin del populismo que nos ha hecho retroceder más de 20 años como país.